Hoy por hoy soy una adicta a las tortitas de avena, vestida con mi sempiterna sudadera gris.
Os podría cantar las mil virtudes de la avena, pero, como este blog no va de eso, mejor os cuento las de la sudadera.
Porque , las cosas como son, no hay tantas prendas que puedas llevar veinticuatro horas.
Ni a una fiesta y luego al gimnasio (al revés no, por favor)
Ni tan combinable con todos los colores y texturas.
Ni tan cómoda...
Ni que crispe a tu madre, que no entiende "porque vas todo el rato en chandal" ,índice medidor final de la absoluta modernidad del asunto.
Seguid vosotras con los "ni",
me voy antes de que se me peguen las tortitas ...
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